La mejor niñera del mundo

Juan 13:35

“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”

Juan y su hermano gemelo Jaime, andaban contentos dando saltitos de alegría. Iba a ser una mañana divertida; la abuela los iba a llevar al parque. Habían casi llegado cuando una señora les detuvo en la calle.

– ¡Bueno Elena!, ¡Válgame Dios! – dijo con voz estridente – ¡Tienes a esos nietos de nuevo! ¿No fue suficiente criar a seis de los tuyos? – dijo mientras miraba a Juan y a Jaime cerrando un poco los ojos.
– Oh, Rosa, yo disfruto los niños – dijo la abuela conteniendo la risa.
– Mami tuvo que ir a ver al doctor, así que nosotros vamos al parque a los columpios, abuela – dijo Jaime de salto.
– ¡Doctor! – exploto la señora – ¿No me diga que viene de camino otro bebe?
– ¿No sería eso lindo? – le respondió la abuela con dulzura – Ahora tenemos que apurarnos o todos los columpios estarán llenos.

Mientras seguían caminando, Jaime dijo:

– Abuela esa señora era rezongona. ¿A ella no le gustan los niños?
– Estoy segura que si, querido – respondió la abuela – Solo que ella prefiere no cuidarlos, supongo. Ella no sabe la diversión que se está perdiendo – la voz de la abuela les infundía confianza.
– ¿A ti te gusta cuidar de los niños? – le pregunto Juan.
– ¡A mí me gusta cuidarlos a ustedes! – respondió la abuela.
– Tu eres la mejor niñera del mundo – dijo Jaime apretando la mano de la abuela.
– Creo que la habilidad de cuidar de los niños es algo que Jesús me ha dado, algo de gran valor. ¿Sabes?; Jesús dijo que nosotros mostramos nuestro amor por Él cuando mostramos amor los unos por los otros – dijo la abuela.
– Entonces supongo que esa señora no ama a Jesús – dijo Jaime.
– No sabes eso, sin embargo, espero haberle mostrado hoy, que nosotros le amamos a Él – dijo la abuela con una sonrisa.

Ella le soltó la mano, mientras se acercaban a los columpios.

– Veamos cuantas maneras podemos encontrar hoy, para mostrar que nosotros amamos a Jesús, ¿Está bien?

Jaime asintió con la cabeza y miro a su hermano.

– ¿Quieres que te empuje? – le preguntó.

Recuerda:

En ocasiones son las pequeñas cosas que haces las que muestran mejor tu amor por Jesús.

Autor: Carolina de Valle

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