Di una oración

Gálatas 6:2

“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”.

La clase de Ciencias del Cuarto Grado estaba fuera del control; algunos niños les tiraban bolas de papel a las niñas, que gritaban para que ya no las molestaran más. Cuando sonó el timbre anunciando el inicio de de la clase, la maestra entro en el aula que era un caos total. En lugar de decirles a todos que se comportaran como debían, la señora Hernández entro despacio y se sentó frente al escritorio. Ni siquiera miro a los alumnos. Rosita vio que se enjugaba una lágrima. Al fin se puso de pie.

– Abran sus libros en la pagina 42 – dijo y luego comenzó a escribir en la pizarra.

Algunos alumnos seguían riendo y hablando. La señora Hernández ni siquiera lo notó. Rosita no entendía. Ella era siempre muy estricta. ¿Por qué hoy dejaba que se portaran mal? Al terminar la clase, todos salieron corriendo, excepto Rosita, que se tomo su tiempo para recoger sus libros y luego se acerco al escritorio de la maestra.

– ¿Está todo bien, señora Hernández? – pregunto.

La maestra estaba llorando otra vez.

– No, no está todo bien – dijo con suavidad.
– ¿Qué pasa?
– Mi esposo esta en el hospital y no sé que pasara con él.

Rosita dudo por un momento y luego decidió hablar.

– ¿Querría… digo… le gustaría que yo ore por usted? – le pregunto – Mi mamá y mi papá oran por mí cuando estoy triste y en realidad me ayuda.

La señora Hernández sonrió.

– Seria buenísimo – dijo – Creo que es justo lo que necesito para sentirme mejor.

Recuerda:

Cuando alguien que conoces está sufriendo, pregunta si puedes orar con esa persona, aunque sea mayor o sea un líder. Dios siempre está allí para escuchar nuestras oraciones y consolarnos cuando tenemos problemas

Autor: Carolina de Valle

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