La plaza de Ezequiel – Graciela Otranto – Devocional Infantil
La plaza de Ezequiel
Graciela Otranto
Efesios 4:32 “ Antes sed benignos unos con otros,
Misericordiosos, perdonándoos unos
A otros, como Dios también os perdonó
A vosotros en Cristo”
Ezequiel estaba enojado con su mamá. Ella le había aplicado una disciplina muy dura: no podría ir a la plaza a menos que se disculpara con su prima. El peleó con ella y la maltrató. Ezequiel se había convertido en un niño caprichoso y consentido, incapaz de pedir disculpas, o demostrar que estaba arrepentido.
– ¡Jamás me disculparé con esa niña entrometida y chillona! –rezongó Ezequiel, y golpeó la almohada furioso – . Aunque tenga que quedarme para siempre dentro de este dormitorio.
Su mamá fue inflexible con su decisión. Por primera vez ella no admitió ningún intento de soborno, con promesas tales como: “Te aseguro que después lo haré”, “Bien, me disculparé con ella, aunque ella es la que debería disculparse primero”.
La terquedad de Ezequiel fue demasiado lejos, como no pensaba hacer las paces con su prima, se atrincheró en su cuarto con la intención de transformarlo en una plaza. Trajo macetas con plantas, colgó una hamaca del techo. Encerró a los pajaritos en una jaula y no dejó salir a su perrita del cuarto. Por último dibujó sobre una de las paredes, algo que simuló ser una plaza.
– ¡Le daré una lección a todos! ¡Ya verán que puedo vivir perfectamente bien aquí dentro de mi habitación! – Repuso con terquedad e insolencia, a la vez que se desplomó sobre el colchón dispuesto a descansar plácidamente – ¡Jamás les pediré perdón a esa niña insoportable!– Aseguró indignado.
Pero sucedió que como era invierno y no se podían abrir las ventanas, las plantas comenzaron a marchitarse, los pajaritos estaban tristes a causa del encierro, su perrita hacia inútiles esfuerzos por salir del cuarto y lo aturdía con sus ladridos insistentes y molestos, como pidiendo auxilio. El dormitorio de Ezequiel se había transformado en un lugar desagradable. Además faltaban: la alegría que uno siente en una plaza, la risa de los chicos que se divierten en los juegos, el canto de los pájaros en libertad, y sobre todo la compañía de sus amigos que tanto extrañaba.
Ezequiel se vio cautivo en la Plaza del orgullo que él mismo había edificado. Y aunque en un primer momento parecía bonita, era absolutamente artificial. Cansado y triste, Ezequiel se presentó en la sala. Admitió haber peleado con su prima y aceptó disculparse con ella. Se acercó a la niña que leía sentada cómodamente en el sillón, y arrepentido por lo que había pasado le pidió perdón. Su prima no le había dado tan importancia al incidente, sabía que los niños son así: se pelean pero al rato vuelven a estar juntos. En cambio para Ezequiel, aquella fue una enseñanza importante: Aprendió a pedir perdón. Y comprendió que una pelea tiene siempre dolorosas consecuencia. Además, él sabía que esas actitudes desagradan a Dios.
• Evitarlas es entonces, lo mejor que uno puede hacer para que todos vivan más felices – Reflexionó, a la vez que jugaba contento con su prima y sus amigos en la plaza del barrio, la que esta vez parecía más hermosa que nunca.
Textos Biblicos:
Efesios 4:32 “ Antes sed benignos unos con otros,
Misericordiosos, perdonándoos unos
A otros, como Dios también os perdonó
A vosotros en Cristo”
Colosenses 3:13 “Soportándoos unos a otros, y
Perdonándoos unos a otros si
Alguno tuviera queja contra otro.
De la manera que Cristo os perdonó,
Así también hacedlo vosotros”
Mateo 18:35 “ Así también mi Padre celestial hará
Con vosotros si no perdonáis de todo
Corazón cada uno a su hermano
Sus ofensas”
Autora: Graciela Otranto
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