Se el primero

2° Timoteo 1:7

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio.

Néstor miro la enorme casa abandonada, con las enredaderas cubriendo la pared y ventanas tapadas con madera. Los escalones de la entrada parecían no poder soportar el peso de una hormiga.

– Te desafío a ir y abrir esa puerta – le había dicho Samuel

Cuando Néstor no hizo ni dijo nada, Roberto y Wilfredo le dijeron “cobarde” y “miedoso”.

Y Néstor tenía miedo. La vieja mansión de una calle en su colonia siempre le había dado miedo. Había algo tenebroso en la forma en que esa maleza había cubierto el jardín, en la pintura descascarada, en el techo destruido y casi sin tejas ya. La gente decía que la casa estaba embrujada. Néstor no sabía si creerlo o no, pero estaba seguro de haber visto murciélagos volando por allí en la noche.

La idea era ir e intentar abrir la puerta no le daba tanto miedo como pensar que podría abrirse sin problemas.

De repente, Néstor se encontró pensando: “Un momento, esto no es lo que Dios quiere que yo sienta.” Recordó un pasaje de la Biblia que había leído la semana anterior: “Dios no nos ha dado espíritu de cobardía”. “Quiere que seamos fuertes y tomemos buenas decisiones”.

– No voy a ir hasta la puerta – dijo Néstor.

Se sorprendieron de que su voz le salía tan fuerte, firme y valiente

– eso sería invadir la propiedad privada y yo no lo haré.

Sintió que su valor aumentaba.

– Y estoy seguro que no hay nadie allí dentro que me invite a comer galletas con leche, como nos daría mi madre.
– ¿Galletas y leche? – pregunto Roberto.
– ¿Qué estamos esperando? – dijo Wilfredo
– ¡El que llegue primero come más! – grito Néstor

Recuerda:

“porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía”

(2° Timoteo 1:7)

Autor: Carolina de Valle

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