Tratamiento del silencio – Carolina de Valle – Devocional Infantil
Tratamiento del silencio
1ª Timoteo 2:8
“Por consiguiente, quiero que en todo lugar los hombres oren levantando manos santas, sin ira ni discusiones”.
– ¿No puede Julio alguna vez dejar de hablar? – se quejó Juana – Él siempre me está molestando. Quisiera que me dejara quieta.
– Hemos hablado de esto antes – dijo la mamá – ¿Por qué no oras sobre el asunto y luego enfrentas a tu hermano con el tema?
– Ay no – se quejó Juana – ¡Tú siempre quieres orar por todo! Yo tengo una idea que va a funcionar más rápido.
Cuando Julio entro corriendo en la casa momentos más tarde, Juana entró en su cuarto. Pronto Julio golpeó en su puerta y llamó a su hermana, pero ella a cambio subió el volumen de su radio para no escuchar lo que él estaba diciendo. Después de tratar varias veces de llamar su atención, Julio se rindió y se fue. Más tarde, cuando Juanaestaba mirando TV, Julio trató de decir algo, pero ella se cubrió sus oídos con las manos y comenzó a tararear.
Le voy a enseñar, pensó ella. Durante toda la tarde ella rehusó escuchar todo lo que él decía. A la hora de la cena, Juana fue a la cocina. Ella notó que Julio se había cambiado de ropa.
– Julio, ¿Vas a alguna parte? – Le pregunto el papá, que había acabado de llegar.
– Voy a salir con la familia García a comer pizza y a patinar – le respondió – Ellos consiguieron boletos de descuentos.
– Suena divertido – dijo el papá. Él miró a Juana y le preguntó – ¿Por qué no vas tú también?
– Yo no fui invitada – Juana contesto de mala gana.
– ¡Tú sí fuiste invitada! – dijo Julio, mientras el auto de la familia García llegaba frente a la casa – Yo traté de decírtelo, pero tú no escuchaste.
Juana se fue furiosa a su habitación. Poco tiempo más tarde, la mamá fue a hablar con ella.
– ¿Bueno, cómo te sientes ahora sobre el tratamiento de silencio que le diste a Julio?
– Yo deseaba enseñarle una lección y hacerlo sentir mal – dijo Juana con un suspiro, pero yo soy la que se siente mal.
– También pienso que tú eres la que está aprendiendo la lección – dijo la mamá – Me preocupa que tú no sólo cortaste la comunicación de tu hermano, sino también la del Señor. Al rehusar orar sobre el problema, perdiste la bendición que Dios te hubiera dado. A Dios le duele cuando no le hablamos.
Recuerda:
Mantén una comunicación abierta con Dios y no le des el tratamiento del silencio. Trata de buscar la ayuda de Dios en todo.
Autor: Carolina de Valle